«Dios no es de fiar. ¿Qué diablos de Dios es éste que, para enaltecer a Abel, desprecia a Caín?» Saramago
Podríamos decir que el tema central de Caín es la Biblia, más específicamente el antiguo testamento y sus contradicciones. Saramago nos deja claro desde el principio de la novela que no busca ser un reflejo de un contexto histórico o religioso, que por el contrario es ficción.
Usa el recurso de la ficción para mostrarnos a un Dios caprichoso, superficial pero sobre todo vanidoso. Ahonda en la incoherencia de muchos pasajes del antiguo testamento donde las normas no aplican de la misma forma a Dios que a los mortales, colocándose a si mismo por arriba de las reglas que él mismo ha creado. Es fascinante la forma magistral como Saramago desarma muchos parajes bíblicos y sus interpretaciones más recurrentes, y nos los muestra como lo que es: un absurdo.
Pero además podemos encontrar una critica al excepcionalismo que es una tesis que plantea que un grupo humano, por poseer una característica excepcional, queda excepto o fuera de las normas sociales, éticas o morales que aplican a los demás grupos.
Caín nos ridiculiza esa tesis, nos muestra con desparpajo y gracia lo contradictoria que es; y con aplomo nos asoma a una de sus más profundas consecuencias, la rabia, la impotencia y el enojo de aquellos condenados por «ese grupo excepcional». He de admitir que es fácil asociar el excepcionalismo con un país en particular y con sus constantes contradicciones pero también podemos encontrar como nosotros mismos justificamos y validamos sus acciones basados en este principio.
En resumen, Caín es un libro magnifico que nos abre las puertas a una nueva perspectiva de la Biblia o la política mundial, según se mire.
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